Conocer a Dios y glorificarlo es el fin principal del hombre. Es sólo por el conocimiento de Dios que nos damos cuenta de que Dios es Santo y que nosotros somos perversos. Dios es bueno y nosotros no. Dios es sabio y nosotros no. Dios es fuerte y nosotros débiles. Como resultado de conocer a Dios, nuestro orgullo es humillado y nuestra hipocresía descubierta. Contemplamos la infinita perfección de Dios y a la vez cuán impotentes somos. Hoy, toda clase de asuntos son perseguidos con entusiasmo; pero el conocimiento de Dios es rechazado. Al estudiar la Palabra de Dios llegarás al conocimiento y su presencia, te despojará de tu orgullo y verás la gloria de Dios. La palabra de Dios penetra a nuestro intelecto y corazón y trae nuestra naturaleza pecaminosa a la superficie. Nuestros pensamientos, motivos y pecados ocultos yacen desnudos ante Dios. La palabra de Dios es poderosa y cambiará nuestras actitudes al mismo tiempo que renovará nuestras mentes. “Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos” Oseas 6:6
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